Los neumáticos de verano están diseñados para un rendimiento óptimo en condiciones secas y calurosas. Tienen una banda de rodadura más lisa y menos agarre en superficies resbaladizas. Por otro lado, los neumáticos de invierno están fabricados con una banda de rodadura más profunda y con compuestos de goma que se mantienen flexibles incluso a bajas temperaturas. Proporcionan mejor tracción en carreteras nevadas o heladas.